Por Lucas Yañez

“(…) de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas”[1]

            Como toda gesta popular, la del 17 de octubre se apoya fuertemente en algunos tópicos que han calado hondo en nuestro imaginario.  El peronismo, en general, es pródigo en la construcción de imágenes que tienen la potencialidad de transmitir su mensaje de redención a través de la inclusión y la convocatoria a la participación popular, haciéndolo rápidamente comprensible y fácilmente asimilable para sus naturales destinatarios.

            El artista plástico Daniel Santoro explica maravillosamente un par, en el sentido de que actúan como pareja, de esas imágenes que tienen al elemento “agua” como central.  El agua como rito de pasaje; así como Moisés tuvo que atravesar el Mar Rojo con su pueblo para alcanzar la tierra prometida, las trabajadoras y los trabajadores peronistas tuvieron que cruzar el Riachuelo para llegar a la Plaza de Mayo y meter las patas en la fuente.

            En esta oportunidad nos quedaremos con la primera imagen fundacional que es ese cruce del curso de agua que hace de límite entre la ciudad con la provincia de Buenos Aires, para preguntarnos por aquellas y aquellos peronistas que, estando en la ribera norte del Riachuelo, no tuvieron que cruzarlo para participar de la jornada inaugural del movimiento popular.  ¿Qué sucedió en Barracas y aledaños a mediados de octubre de 1945?

 

Las barracas convertidas en industrias

            El desarrollo del barrio de Barracas se vio favorecido por su ubicación estratégica, lindero al que fuera el puerto natural de Buenos Aires y cercano a las áreas centrales de la Ciudad.  Las construcciones que dieron nombre al barrio, surgieron como depósitos de frutos del país que serían embarcados rumbo a las metrópolis europeas y de manufacturas del viejo mundo que abastecerían a nuestro territorio, que se incorporaba al mercado mundial como proveedor de materias primas e importador de bienes manufacturados.  La industria de la carne y sus derivados fue una primera actividad que requirió la concentración de mano de obra en el territorio.  Cuando fueron necesarias mejoras en la infraestructura, sobre todo logística, nuevos contingentes de trabajadores fueron requeridos para llevarlas adelante.  Muchos de estos contingentes estaban constituidos por inmigrantes expulsados de la vieja Europa.  El carácter portuario del barrio favoreció el asentamiento de esos inmigrantes que aportaron mano de obra calificada para constituir los primeros talleres.  Éstas serán, entre otras, las causas de que Barracas se convierta en un incipiente polo industrial desde la segunda mitad del siglo XIX, aprovechando, además la infraestructura de las antiguas barracas que perdían paulatinamente su razón de ser frente a los galpones o “docks” del nuevo complejo portuario diseñado por el ingeniero Madero.  El último impulso que recibieron los talleres barraquenses para convertirse en industrias, estuvo dado por las crisis de las metrópolis que, durante la primera mitad del siglo XX, atravesaron guerras mundiales y cracks económicos que las inhabilitaron para continuar proveyendo de manufacturas a las regiones periféricas como la nuestra.  El proceso de industrialización por sustitución de importaciones encontrará un primer albergue en el barrio de Barracas.

 

En marcha

            Tenemos, entonces, industrias, obreras y obreros en Barracas para las y para los que no representaba ningún impedimento el que se hayan levantado los puentes que cruzan el Riachuelo.

            Tenemos, también, testimonios de que la movilización obrera en nuestro barrio comenzó el martes 16 de octubre de 1945.

            La Av. Montes de Oca, antigua Calle Larga de Barracas, fue uno de los caminos que eligieron transitar las obreras y los obreros que buscaban llegar a la Plaza de Mayo.  En su recorrido la columna realiza una parada que llama la atención por la decisión puesta de manifiesto por algunos de los participantes,

“A su paso por la calle Montes de Oca y enfrentar el local que ocupa la seccional de policía Nº 26, los manifestantes pretendieron tomar la seccional pero tal propósito se vio frustrado ante la decidida actitud del titular de la misma y del personal a sus órdenes que con toda energía desbarató tales planes, al tiempo que se procedió a la detención de 100 personas entre hombres y mujeres.  La columna siguió desplazándose hasta converger en la Plaza de Mayo”[2].

            ¿Habría habido una intención real de copar la comisaría 26?  ¿Será un trascendido de la prensa?  ¿Habrá sido la versión oficial de los efectivos de la policía federal para justificar la captura del centenar de manifestantes?  No tenemos respuestas para estos interrogantes.  Varios testimonios de la época refieren dos actitudes bien diferenciadas entre las fuerzas de seguridad a ambos lados del Riachuelo. 

“(…) hasta esos momentos tales actividades no fueron dificultadas en ninguna forma por la policía de las respectivas secciones (de Avellaneda y Lanús), no habiendo que lamentar (…) ningún hecho de violencia, debido a que los patronos se mantuvieron en actitud pasiva ante la imposibilidad de oponerse a los acontecimientos”[3].

Mientras que la policía bonaerense adopta una actitud más bien pasiva y de dejar hacer a las obreras y los obreros que comienzan a concentrarse, la policía federal en la Ciudad de Buenos Aires se presenta como más intimidatoria llegando a detener trabajadoras y trabajadores en varias de sus dependencias.

El 17 de octubre se suman nuevos contingentes de obreras y obreros a la huelga.  También intentarán, como en la jornada previa, alcanzar la Plaza de Mayo.  La policía federal, por su parte, intentará disuadirlas y disuadirlos.

“Efectivos de la Comisaría Nº 30 con refuerzo de la policía montada, procedió a disolver una manifestación de unas diez mil personas frente al Puente Pueyrredón”[4].

            Sin embargo, la columna se rehace con la incorporación de nuevos manifestantes y el personal de la comisaría 30 ya no puede contenerla.  Se dirige por Montes de Oca.  Al pasar delante de la comisaría 26 ocupan diez cuadras de largo.  Cuando crucen la Av. Caseros llegarán a contarse 20 mil manifestantes.

            Es de suponer que los enconos de las seccionales 26 y 30, se deban a viejas rencillas entre sus efectivos y las obreras y los obreros de Barracas por alguna manifestación, mitin o asamblea que se haya intentado llevar adelante en el barrio a la que hayan concurrido los uniformados en actitud no siempre contemplativa.

 

Cómo convocar a la movilización

            Si bien hacía una semana que se vivía un clima de agitación entre las trabajadoras y los trabajadores por las internas en el gobierno nacional que habían llevado al coronel Juan Domingo Perón a renunciar a la Vicepresidencia de la Nación, al Ministerio de Guerra y a la más sensible para el proletariado Secretaría de Trabajo y Previsión, los sucesos de los últimos días que incluyeron la detención de Perón, su traslado a la isla Martín García y luego al Hospital Militar Dr. Cosme Argerich, habían terminado de convencer a los más decididos a iniciar acciones que incluían la movilización de los sindicatos, la apelación a la reunión del Comité Central Confederal de la CGT y la agitación en los mismos lugares de trabajo.

El mismo diario “El Litoral” nos brinda un testimonio del accionar de las columnas que recorrían el barrio buscando la adhesión de fábricas, industrias y talleres,

“(…) al paso de la columna por la fábrica que el establecimiento Molino Harinero del Río de la Plata tiene en la calle Osvaldo Cruz 3350, la cabeza de los manifestantes irrumpió en el citado establecimiento obligando a viva fuerza a los trabajadores y autoridades a suspender la actividad que se desarrollaba.  Después de un connato de agresión por parte de los huelguistas, la empresa resolvió cerrar la fábrica dejando en libertad de acción a los trabajadores de la misma.  Solamente quedaron funcionando las oficinas administrativas”[5].

            Más allá de las formas, queda claro que una vez que las trabajadoras y los trabajadores lograban parar una fábrica y se disponían a marchar hacia la Plaza de Mayo, se detenían en los establecimientos que encontraban a su paso buscando convencer a sus compañeras y compañeros que abandonaran sus puestos de trabajo y se sumaran a la movilización, así se iban engrosando las columnas.  En el caso del Molino Harinero del Río de la Plata es evidente que la dirección de la empresa no accedió inmediatamente a liberar a sus empleadas y empleados, pero el mencionado “connato de agresión por parte de los huelguistas” puede ser la versión de la patronal.  Veamos, para este caso, un testimonio en primera persona que no ocurre en el Molino en cuestión sino en un taller del barrio de Constitución que también recibe la visita de un grupo de manifestantes en camino hacia la Plaza de Mayo,

El 17 estábamos en los talleres. Eran las 10 y media de la mañana. Un grupo de 4 ó 5 muchachos entraron y conversaron con nosotros. En ese momento yo era tornero y delegado gremial. Desde días antes la gente estaba con mucha efervescencia, preocupada por las noticias de que Perón estaba preso, decían que en la isla Martín García y que estaba enfermo. Los que entraron al taller nos dijeron: “fue detenido Perón, hay que rescatarlo, porque nos quieren sacar todas las conquistas sociales y quieren volver a hacer lo que hacían antes”. Yo me paré sobre un banquito y hablé: “Compañeros –dije más o menos–, aquí los compañeros me comunican que vienen columnas de todas partes para tratar de rescatar a Perón. En lo que respecta a mi posición personal yo creo que hay que ir ya. Los que me quieran acompañar, que lo hagan”. La amplia mayoría salió con nosotros a la calle: éramos ciento y pico de trabajadores, sólo dos o tres se quedaron. Ahí nomás, quedaban la fábrica Dayrico y la fábrica Magnasco, las dos de la alimentación. Varios fuimos a las fábricas y se hizo lo mismo: informarles a los delegados y después salieron casi todos. Desde allí fuimos hacia la Plaza, en una caravana impresionante que venía desde Barracas y se engrosó en Constitución, donde había muchas industrias. Había gente de todas las edades, muchas mujeres de las fábricas (era muy notable su presencia y su entusiasmo). Algunos venían con banderas argentinas en las manos”[6].

            Como podemos ver, la metodología se repite, en su recorrido hacia el centro de la Ciudad las columnas se detienen en cada empresa, persuaden a delegadas, delegados o referentes y una vez obtenido el consenso de trabajadores y trabajadoras se abandonan los puestos de trabajo y se incorporan a la movilización.

 

Menores, mujeres y personas de condición humilde

             En su testimonio, Sebastián Borro da cuenta de la “notable presencia” de “muchas mujeres de las fábricas” algo que da cuenta, por un lado, de la creciente incorporación del trabajo femenino en la industria y, por otro lado, del activismo que caracteriza a las compañeras y de su voluntad de participar en la defensa de sus derechos y conquistas que parecían amenazadas por un cambio en la política de la Secretaría de Trabajo y Previsión.  La composición social y etaria de la movilización será descripta por la prensa,

“En las masas de manifestantes, dominan personas de condición humilde con marcada proporción numérica de menores (…) Hay numerosas mujeres jóvenes (…) Hay manifestantes de a caballo y también en carros que conducen obreros venidos de extramuros y de los barrios suburbanos”[7].

            La irrupción de estos sujetos debió resultar chocante para los sectores dominantes de la sociedad argentina que veían azorados como ese oscuro coronel del ejército que había tenido la osadía de abrir el juego político nacional a la masa trabajadora, y que hasta hace pocas horas atrás estaba condenado al ostracismo, era repuesto en el centro del tablero por,

“(…) hombres vestidos de gauchos y (…) mujeres de paisanas, llegando de diversos barrios de la ciudad, muchachos que transformaron las avenidas y plazas en pista de patinaje y hombres y mujeres vestidos estrafalariamente portando retratos de Perón con flores y escarapelas prendidas en sus ropas y afiches y carteles.  Hombres a caballo y jóvenes en bicicleta, ostentando vestimentas chillonas, cantaban estribillos y prorrumpían en gritos”[8].

            Los bárbaros volvían a ocupar la Plaza de Mayo como en febrero de 1820, cuando las huestes federales de Estanislao López y Francisco Ramírez ataron sus cabalgaduras en la Pirámide de Mayo.

 

El subsuelo de la Patria sublevado[9]

            La conocida descripción de Raúl Scalabrini Ortiz menciona “las hilanderías de Barracas”.  El 17 de octubre las obreras y los obreros de la Fábrica Argentina de Alpargatas se declaran en huelga, pasan por encima de su organización gremial que había emitido un comunicado en el que,

“El Consejo Directivo de la Unión Obrera Textil (…) comunica a todos los trabajadores textiles que (…) desautoriza enérgicamente las versiones circulantes que se refieren a un paro general del gremio, exhortando a todos los trabajadores textiles a concurrir a sus habituales ocupaciones sin prestar oído a tales versiones”[10].

            A raíz de ese cortocircuito con el sindicato, apenas diez días después del 17 de octubre, reunidos en el local de la calle Moreno de la Unión Tranviarios Automotor, obreras y obreros textiles conformarán la Asociación Obrera Textil.

            Hacia 1945 Barracas es un territorio industrial consolidado.  Buena parte de sus habitantes constituyen la mano de obra de las fábricas y talleres aquí instalados.  Más allá de la épica de las columnas del sur del conurbano que debieron aguzar el ingenio y los recursos para poder cruzar el Riachuelo cuando sus puentes estuvieron levantados, las obreras y obreros de Barracas tuvieron una activa participación en las movilizaciones que sucedieron los días 16, 17 y aún el 18 de octubre.  Lograron ingresar junto con el conjunto de la clase obrera en la Plaza de Mayo y, al mismo tiempo, en la arena política argentina.  Contribuyeron, así, al nacimiento, desarrollo y proyección del movimiento político nacional y popular conocido como peronismo.

Lucas Yáñez.

Bibliografía

Borro, Sebastián, “El triunfo de nuestra voluntad”, en AA.VV. “Perón y el 17 de octubre”, Biblioteca del Congreso de la Nación, 2002.

Diario “Clarín” del 18 de octubre de 1945.

Diario “El Litoral” de Santa Fe de los días 17, 18, 19 y 20 de octubre de 1945, hemeroteca digital.

Diario “El Orden” de Santa Fe de los días, 17, 18, 19 y 20 de octubre de 1945, hemeroteca digital.

Diario “La Nación” del 17/10/1945.

Galasso, Norberto, “Perón.  Formación, ascenso y caída (1893 – 1955)”, Colihue, 2005.

Scalabrini Ortiz, Raúl, “Tierra sin nada.  Tierra de profetas”, Editorial Lancelot, 2009.

 



[1] Scalabrini Ortiz, Raúl, “Tierra sin nada.  Tierra de profetas”, Editorial Lancelot, 2009.

[2] Diario “El Litoral” de Santa Fe del 17/10/1945.

[3] Diario “La Nación” del 17/10/1945.  Los acontecimientos a los que los patronos no pueden oponerse son el paro y la movilización de trabajadoras y trabajadores.

[4] Diario “Clarín” del 18/10/1945.

[5] Diario “El Litoral” de Santa Fe del 17/10/1945.

[6] Borro, Sebastián, “El triunfo de nuestra voluntad”, en AA.VV. “Perón y el 17 de octubre”, Biblioteca del Congreso de la Nación, 2002.

[7] Diario “El Orden” de Santa Fe del 18/10/1945.

[8] Diario “El Litoral” de Santa Fe del 19/10/1945.

[9] Scalabrini Ortiz, Raúl, “Tierra sin nada.  Tierra de profetas”, Editorial Lancelot, 2009.

[10] Diario “El Orden” de Santa Fe del 18/10/1945.